El caos es una forma de gobernar. El caos beneficia a la corrupción y a los llamados líderes políticos que viven de hacer creer que solucionarán el caos.
Cada espacio arrabalizado en la ciudad tiene detrás un componente de personas que viven de ese caos, ya sea cobrando peaje, protección, o siendo proveedores de los que están en caos.
Algunos tienen abogados, o son abogados, o se hacen llamar representantes que van a «resolver» o a mediar, sin ser parte implícita pero si los tópicos son parte de su modus vivendi.
¿Hasta donde llegan los brazos de intereses ?, a veces, hasta al mismo ayuntamiento, en conexión con funcionarios e incluso, regidores… que son llamados por los afectados con la imposición del orden.
El tocar lo establecido (el status cuo) pasa por el afectar «padres de familia» que se resisten a creer que la ciudad es de todos y se sienten con derecho a arrabalizar calles y contenes, hasta los que violan normativas porque poseen un padrino allí o una madrina, allá.
Pasa igual con personas o asociaciones que creen pueden cerrar una calle, cambiar incluso el orden de la via, construir ilegalmente aceras, calles, escaleras en medio de las vias y hasta edificios en areas verdes.
Toca un camino largo de aplicación de la ley y afrontar a los «mandaderos» y «mediadores» a sabiendas que otros no dan la cara pero mueven los hilos del poder para implosionar a los que estan y continuar con su modus vivendi.